PJ Kazou Kuwabara, Mascaras

Mascara, en un mundo donde la crueldad y la muerte esperan tras la próxima esquina, donde la traición es la moneda de cambio de la amistad, donde los nombres no importan solo la posición que ocupes en esta jerárquica jungla de asfalto, metal, sudor y sangre. Solo me queda la mascara, la utilizo para proteger mi mente de mis actos, esos actos que odio por encima de todo, pero durante mucho tiempo esto es lo que he hecho, por que cambiar mi forma de hacer las cosas, yo tengo un nombre, ella me llamaba así, pero he decidido que ese nombre y lo que significaba para mi se perdiera en la nube oscura que esta ciudad proyecta sobre el cielo que esta estrellado, supongo por que desde donde estoy no se ve ninguna estrella, desde donde yo estoy no se ve nada.

Paseo por los bajos fondos, no conozco otro mundo que no sea este, aquí la conocí, yo era joven al igual que ella, tres largos años han pasado. En aquel tiempo me dedicaba a vagar por las calles y los bares buscando algo de trabajo: camarero, limpiador, basurero, hasta chico de compañía. Alejandro me daba siempre algo de trabajo, ese sureño asiduo a las tiendas de disfraces podría ser todo lo amenazador que quisiera pero siempre estaba dispuesto a ayudar a un pobre desheredado de la humanidad como yo. En su puto bar la conocí.

La teta enroscada estaba con sus parroquianos habituales y yo recogía las mesas, entonces entro una belleza de pelo rubio, pequeña, de ojos marrones con una mirada de tranquilidad, sus ojos se posaron en mi, parece que le pareció divertido ver a alguien de su edad en un sitio en el que pensaba que la edad media serian los cuarenta y muchos. Iba acompañado de un hombre no muy alto de gabardina negra, pelo oscuro, su mirada paso por todos los parroquianos del bar, parecía que los evaluaba hasta que llego a mi se detuvo un momento y sonrió. Hablaron algún tiempo con Alejandro y el de negro se fue. A partir de ese momento tuvimos a una nueva striper, las anteriores dejaban mucho que desear pero cuando llegaba el momento de Claire, así se llamaba, el bar se paralizaba, no se escuchaba nada que no fueran sus tacones repiqueteando contra la plataforma. Poco tiempo después me atreví a pedirle una cita, no se ni como lo hice, en aquella época era bastante miedoso, quizás lo sigo siendo pero de un modo diferente. A partir de ese momento estuvimos juntos, de vez en cuando venia el hombre de la gabardina, se llamaba Marcos, me enseño algo de su arte, así lo llamaba el, era un shadowrunner. Pero Claire me enseño mucho más, jajajaja. Eran tiempos felices, rodeados de mierda pero felices.

Pero se fue, me dijo que había cosas muy complicadas que yo no podría comprender y se marcho. No hay nada que se pueda comparar al dolor que sentí en aquel momento. Solo me pidió que no la siguiera y no lo haré. No puedo permitirme sentir ese dolor de nuevo, por eso me he puesto una mascara, una mascara no para proteger mi cara, sino para proteger mi alma y mi mente de lo que hago y de las cosas que podría llegar a sentir por alguien. Depravación, drogas, alcohol, sexo, violencia. Esto es lo que he decidido que será mi vida a partir de ese momento. No le tengo miedo al futuro por que en este mundo hay que vivir día a día, el futuro es un lujo que como todo en este mundo: HAY QUE COMPRARLO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario